Freixo do Meio nos recibió el sábado con un cielo amenazante, una dehesa en pleno esplendor y un cocido reparador que nuestro anfitrión Alfredo nos ofreció en la cantina. Con el tiempo justo de acomodar el equipaje en la casa de huéspedes número 6, iniciamos el recorrido por parte de la finca. Algo más de dos horas y media, durante las que serpenteamos por caminos de arenisca blanquecina , atravesados de cuando en cuando por arroyuelos y flanqueados por encinas y alcornoques centenarios, que con sus troncos oscuros y brillantes desafiaban el gris de un cielo que contuvo la lluvia a lo largo de la tarde. Acebuches tan antiguos como las otras especies arbóreas , un olivo milenario que nos acoge bajo el laberinto de su tronco y un manto de hierba , cuyo verdor se tiñe de morado, rojo, amarillo y blanco ( curiosa combinación de colores, ahora que lo escribo)por la explosión de flores que evidencian la primavera. En Freixo hay numerosos motivos para pasear. Entre ellos, la mirada al pasado, la recreación de un poblado neolítico que cuida Manuel recreando el posible asentamiento que a unos trescientos metros de este enclave debió acoger una vida en sociedad de los grupos de concheros, cazadores recolectores de la zona.
Varias especies animales comparten la vida en libertad de la dehesa: huidizas vacas de raza barrosa, cerdos, caballos y ovejas merinas negras.
Antes de volver a la herdade, pasamos por las casas “inteligentes” en construcción. En Freixo se ponen en práctica técnicas experimentales que van desde estas construcciones autosuficientes, a prácticas de permacultura ( suelos obtenidos mediante hugelkultur, o sistemas novedosos de regeneración forestal con múltiples especies).
La heredade formada por viviendas de trabajadores y huéspedes, conserva la antigua escuela , hoy convertida en centro de interpretación.
A las ocho de la mañana estamos convocados a una reunión logística para atender a las más de doscientas personas que se esperan, a tenor de las reservas de comida que se han recibido. Productos artesanos, alimentación de producción propia, y una comida a base de caldereta de cordero, hamburguesas vegetales, empanadas, dulces con harina de bellota. Jornada de celebración compartida en la que no ha faltado la música y bailes tradicionales.
Lo mejor, el equipo humano que hace posible el Encuentro de Primavera. Lo menos apetecible, despedirnos en plena fiesta para volver a casa.