PACO CASERO 2 de abril de 2025 a las 08:08h
Días convulsos vivimos producidos por los dichosos aranceles de Trump, que pone el debate en el sin sentido de haber desarrollado un sistema productivo basado en la intensificación con dependencia de producciones de kilómetros y que cada vez tenemos las consecuencias como se tendrá con la soja de Estados Unidos.
Debemos mirar y potenciar nuestras leguminosas, clave en los requerimientos de nuestros suelos, carentes de materia orgánica, además para nuestra alimentación. En este sentido potenciar el consumo de las legumbres mediterráneas.
Garbanzas y garbanzos, lentejas, chícharos, habichuelas, alubias negras, pintas y rojas, guisantes, verdinas, habas y altramuces son legumbres adaptadas a nuestra climatología, cultivándose con suficiente agua de la lluvia, siendo fijadoras de nitrógeno en suelos y base fundamental de la dieta mediterránea, dotando de gran salud a sus consumidores.
Comerlas al menos tres veces a la semana recomiendan los nutricionistas, con énfasis en enseñar a los niños como disfrutar de sus diferentes sabores, con ingenio, presentaciones, incluso como si fuera un juego para educar el paladar. Potajes de mil variantes, cocidos, ensaladas y cremas de legumbres, hummus de garbanzos, incluso hamburguesas de lentejas, alubias blancas, frijoles o garbanzos ya son una realidad, al igual que el pan de lentejas.
Fuentes de proteínas vegetales y fibras con bajo contenido en grasas e índice glucémico, aportando gran cantidad de vitaminas y minerales, sostienen nuestro sistema inmunológico.
El uso del comino, hinojo, romero o menta alivia los gases producidos, junto al remojo prolongado durante la noche, y cocinar a fuego lento, así como tomarlas en puré y comer despacio también ayudan frente a las digestiones pesadas.
Hemos de tener nuestras legumbres en la despensa, con Denominación de Origen o Indicación Geográfica Protegida a saber, garbanzos de Escacena y de Fuentesaúco, lentejas de Tierra de Campos y de Armuña, faba asturiana y de Lourenzá, alubias de Santa Pau y de La Bañeza León, judías del Barco de Ávila y del ganchillo Mongeta del Ganxet.
Elegir producción local, de cercanía y certificada ecológica, buscando el origen en la etiqueta, priorizando nuestra salud y medio ambiente en la elección, por historia incluyendo al filósofo y escritor romano Marco Tulio que recibió el apodo “Cicerón” de la planta del garbanzo - Cicer en latín -, y por la fama mundial de sus sabores que tienen nuestra legumbres mediterráneas.